Empieza mi particular batalla con el blog y aún es 14 de febrero, concretamente las 23.11h; esto me obliga a hablar de lo "bonito" que se ha vuelto todo desde que me levanté.
Para los enamorados es el día más feliz del año. El día en que más quieren a sus parejas. Las 24h más intensas y pastelosas que te puedas imaginar. Hoy da igual gastarse un pastón en regalos. Les sobran cariño y ganas de repartirlo. Creen que quieren más que nunca, y que son igual de correspondidos. Buzones rebosantes de postales. I say something stupid like I love you. Y con esa cajita envuelta y decorada con un lazo rojo demuestran lo que no son capaces de demostrar los 364 días del año. Ropa interior con corazones para darle un toque pícaro y una nota de humor al polvo que tanto les apetece echar.
En estas fechas también hay un angelillo rebelde que se dedica a tirar flechas a las gentes del lugar, y por arte de magia se enamorar de la primera persona que pasa por delante. Jovenes e ingenuos son capaces de prometerse amor para toda la vida. Y ese dolor en el pompis no les parece extraño ni sospechoso.
La rutina hoy está rodeada de cajas de bombones y rosas rojos. ¿Y como se supone que tengo que vivir este día? Asustada porque el bus me lleve a un lugar idílico, porque aparezcan Romeos bajo mi ventana, porque misteriosos caballeros vengan a buscarme en sus corceles del color del oro.
Valentín, ¿qué han hecho con tu día?
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