DOT

Constante sensación de haber hecho algo mal, y no saber lo que. Si pusieses de tu parte sería más fácil.

RUD(E)

Día ajetreado. Una buena ducha, así es como empezó lo que iba a ser una GRAN noche. Pero no una ducha cualquiera, esta fue compartida. Maquillaje, pantalones nuevos, y ojos negros. Labios y unas color pasión. Unas gotas de perfume. ¡Lista para salir de casa! 

Vino, mucho vino. Y también mocho. Sitios nuevos, la música de siempre. Un poco de perreo. Salimos. Tomamos un poco de aire fresco. Nos montamos en un coche. Y llegamos a nuestro nuevo destino. Más alcohol para mis venas. Cubata y chupito de tequila.

Había que dejarse llevar, y eso fue lo que hice. Escapada, ese era el plan improvisado. Y después de un rato de besos y arrumacos, me voy sin dar explicaciones. De vuelta al sitio donde continuar ingiriendo bebidas espirituosas me encuentro con alguien. Conversación aparentemente seria. Me aburro. No encuentro escapatoria. Pienso una escusa. Mi escusa aparece solita. Me voy con un 'desconocido' y encuentro a mi pandilla. Felicito cumpleaños. Y nos vamos en busca de otro sitio donde mover las caderas.

Visito a mi camarero favorito. Una Estrella, por favor. Bebo. Me gusta el sabor de la cerveza de madrugada. Me vuelvo a reunir con los míos. Y bajo una atenta mirada felina, y de forma repentina, reparto más besos. 

Y entonces vuelvo a huir, esta será la definitiva. Un par de bailoteos más. Conversaciones con gente nueva. Saludo a todo el mundo. Disfruto. Salgo a la calle. Paseo. Acompaño a mi compañía. Espero bajo la ventana. Me tiran unas ansiadas llaves. Y sin pensarlo dos veces actúo. Lo siguiente que recuerdo es estar inmersa en un sube y baja constante, aplicando la jerga de los 'drugos'. Ropas por los suelos. Sudor. Gemidos. Diversión.

BALANCE DE LA NOCHE: POSITIVO

DÍAS DE VERANO EN PRIMAVERA

Un viaje no muy largo. Conductoras temerarias al volante. Y regreso al lugar donde pasábamos nuestras vacaciones de verano. Argallar como diablillos y disfrutar como enanas.

Something more?

SÍ, HABLO CONTIGO.

No te enteras. Te lo intento decir de mil maneras. Puede que ninguna sea la apropiada, pero no sé hacer otra cosa. Quiero que todo sea como antes. Que interminables llamadas telefónicas fuesen lo que nos mantuviese ocupadas por las tardes. Quiero que hablemos de lo que nos ha pasado desde que no nos vemos, da igual que solo sean 5 minutos. No quiero llorar cada vez que hablo contigo. Ni discutir en cada una de nuestras conversaciones.  Que nos encontremos por los pasillos de la facultad y nos abracemos que si hiciese meses que no nos vemos.

ATAQUE BIPOLAR: PARTE I

Aksldjhfñkafhsdñkfhdskjafhkjañdksfhjasdfhñashfjkhañsfiuweyñfhsdj, esto es todo lo que soy capaz de escribir en estos momentos. Sí, con faltas de ortografía incluidas. Por lo que sé, la impotencia es lenguaje universal y no entiende de acentos, comas, MAYÚSCULAS, minúsculas y puntos y aparte. Que, por desgracia, es algo que debería hacer y no me sale.

                        00.59

1999

8 de la tarde. Hace frío en A Coruña. El Obelisco es el punto de encuentro de A. y L. Un caffè latte antes de poner en marcha los planes. Entran en calor. Llega la tercera en discordia, AM.

Poco presupuesto. Cena a la americana. Hamburguesa, refresco y patatas fritas. La playa, el lugar elegido para cenar. El ruido de las olas, la única compañía. Empieza a llegar gente. Una sugerencia -¡Levantémonos! Queda poco. Ya podemos pasar. Enseñas tu entrada y cruzas la puerta. Playa Club. Se respira lesbianismo en el ambiente. Una 'Estrella Galicia' hace la espera más amena.

Luces fuera. Silencio entre la multitud. Gritos, muchos gritos. Se enciende un foco, y entonces nos empiezan a contar una historia. Una historia que no empieza con un 'Érase una vez...'. la protagonista no es una princesa. Y el escenario tampoco es un enorme palacio. Ya ves soy un loco, y son más de las tres... Hoy es navidad, qué felicidad... MiauMiauMiauMiauMiau... ¿A qué no sabes donde he vuelto hoy?... Hoy voy a decirlo, cómo me amo... Tuturururu tutururururururu... Se hicieron fans de John Boy, duermen con sus camisetas negras, y tienen carteles pegados en el techo con fecha 17/12/2010.

Un poder especial era el que tenían aquellas notas. Sin saber cómo, se sintieron identificadas con todo lo que esa noche fría de diciembre se dijo en un pequeño local frente al mar. 

Una entrada más para la colección, un concierto para el cajón de los recuerdos.

Sin darse cuenta, A., L. y AM. han viajado en el tiempo. Ahora viven en 1999, y se sienten protagonistas de una historia que se seguirá escribiendo durante muchos años. 2011, un par de páginas en su pequeño diario de aventuras.