sábado, 12 de febrero de 2011

PRISON

Impotencia. Hablar y no ser escuchado. Explicar y no ser comprendido. Replicar y quedarse sin ese derecho. Ser atacado con las mismas frases de siempre y quedarse sin fuerzas para defenderse. Se convierte en ritual. Un ritual que se pone en escena cada año, tres veces en 365 días, cada 4 semanas, una vez todas las quincenas, lunes si y martes no, hoy y mañana y pasado...

Entonces solo te sientes protegido entre tus cuatro paredes personalizadas, con la puerta cerrada y las ventanas abiertas para sentir que todavía hay algo de libertad. Pero la dictadura cada vez es mas férrea, y las leyes se imponen con más fuerza. Intentas convertirlo en un juego con un tanque como premio, pero se ha perdido la inocencia del pequeño Josué.

El gran momento del día, la noche. A oscuras, con música y libreta en mano. Empiezas a escribir y las miles de lineas que cubren esas páginas parecen pocas. Gastas tinta y más tinta. Es difícil conciliar el sueño, y por muy cansado que estés acurrucarse en la almohada no es la solución. Dormir significa volver a la rutina, y ver como los demás disfrutan de todo eso que tu tienes prohibido.

Huir. Hacer la maleta a las 3 de la mañana. Guardar mis ahorros. Tirar el muro de Berlin sigilosamente. Caminar, caminar hasta encontra un bus, un tren o un cómplice que te ayude a llevar a cabo la fuga. iPod cargado y movil sin covertura el mayor de tus tesoros. Y un par de camisetas que protejan fotos. Fotos de pequeño, de mayor, solo, acompañado, con todos mis amigos, y con los que con el primer rayo de sol comenzaran una búsqueda incesante. 

Ojos vidriosos a la luz de la luna; da igual que esté llena, creciendo o haciendose chiquitita. Borrón y cuenta nueva, empezar de cero, olvidarse de todo es misión imposible. Da igual discutir una y mil veces, sentir que tu vida es una mierda; porque hay algo que no quieres dejar atrás, y por ello eres capaz de pasar todo el tiempo del mundo en tu celda customizada.



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