miércoles, 11 de enero de 2012

LAS COSAS DE PALACIO VAN DESPACIO

Pequeña e inocente, tenía 5 años. Pensaba que duraría para siempre. Eramos princesas que hacían promesas de dedo meñique, pero no era suficiente. No bastaba con sobrevivir 14 años juntas, si luego no somos capaces de superar la barrera de las 2 semanas separadas. ¿Y si no era de verdad? ¿Nos hemos pasado la vida fingiendo? Nos vendieron una perfecta relación defectuosa. Siempre acompañada de un lastre, el orgullo. Lloré muchas tardes, me lamenté muchas noches. Ahora nos sonreimos y no nos aportamos nada.

Marzo de 2011, volvemos a conincidir. Habíamos desconfiado, pero también confiado. Probé tu gelatina de oso en alguna ocasión, y también me invitaste a mousse de chocolate blanco. No estabas sola, traías a gente nueva. Una novata adorable. El tiempo hizo su trabajo. Había sido mucho tiempo, pero la espera mereció la pena. Compartimos lattes, comentamos partidos de fútbol, hacemos locuras por la noche y conquistamos a media ciudad. En unos meses se ha creado un vínculo irrompible, casi comparable al existente entre madre e hijo. Digo muchas cursiladas, pero todas son ciertas. Cuando unos meses superan a muchos años. Cuando 10,60€ de billete de tren no son un obstáculo. Una tarde horneando galletas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario