Entre café y café una nueva crisis de identidad. No saber quien eres, y tampoco saber lo que quieres. Es mi defecto. Una mancha que llevo conmigo desde mi primera visita a la realidad. Puedes ocultarlo con un vestido largo, disimularlo con un poco de maquillaje, e incluso conseguir que pase desapercibido por el protagonismo con el que has dotado tus ojos; pero no hay nada en el mundo capaz de borrarlo.
Entonces, mientras saboreo la espuma de un cappuccino ardiente, me pregunto: ¿hay algo peor que esto? Si, lo hay. No sé quien eres, y tampoco sé lo que quieres.
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